Esta cervecería es de
todo menos moderna: surgió en 1900 y es de las pocas que
elabora mediante fermentación espontánea, estando
especializada en Faro, Kriek y Oude Gueuze. Sin embargo, sus cervezas
son incomparables y se alejan de las bombas de lúpulo y de café que
a los que los americanos y escandinavos nos tienen acostumbrados.
Cantillon está situada
en Anderlecht, uno de los 19 municipios de la región de
Bruselas-Capital. Por decirlo de alguna forma, Anderlecht es un
barrio de Bruselas que se encuentra a 4 kilometros del centro
de la capital belga. Tiene 17,74 kilómetros cuadrados y 96.000
habitantes. Se considera la última cervecera artesanal de este país.
Fue fundada por Paul Cantillon. La fábrica ha sido dirigida durante
cuatro generaciones.
Anualmente Cantillon
produce 1700 hectolitros anuales, de los cuales la mitad van
destinados a producir Gueuzes. Debido a la violenta fermentación, la
mitad del contenido se pierde durante el proceso. Para fabricar este
estilo se necesitan entre 1 y 3 años, de los cuales la gran
mayoría transcurren en barricas de madera, depende del estilo
deseado. Se utilizan 2/3 de cebada malteada, generalmente malta cara,
y 1/3 de trigo sin maltear y se utiliza lúpulo viejo que funciona
como conservante. Para producir Gueuzes, mezclan cervezas de
1, 2 y 3 años en barrica. Las dos primeras aportan el azúcar para
que se produzca la segunda fermentación en botella, mientras que la
más vieja aporta carácter.
Esta cervecería, tiene
dos cosas curiosas. La sala de barricas está llena de telarañas,
puesto al haber cervezas con frutas, aparecen insectos que quieren
comérselos. Así que las arañas se alimentan de estos pequeños
intrusos logrando así que el preciado contenido siga en perfectas
condiciones. También, dentro de la fábrica, se encuentra el museo
de la Gueuze, para qué luego digan que ir a museos es aburrido.
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