Ya, ya se que parece
contradictorio, o al menos irónico, hablar sobre agua en un blog de
cerveza. Pero no hay que olvidarse que el 90% de una cerveza es agua,
el elemento principal y tan determinante como el lúpulo, la malta o
la levadura para darle un determinado sabor. Por eso hasta hace poco
cada ciudad hacía un tipo de cerveza distinta, en función de su
agua. Leipzig, en Alemania, hacía las Goses con su agua salada.
Plzen revolucionó la historia de la cerveza con su pilsen hecha con
agua blanda. Por tanto, el tipo de cerveza estaba ligada al tipo de
agua del que disponía la ciudad.
Sin embargo, ¿Qué
pasa ahora? Desde hace poco tiempo aquí los cerveceros tratan el
agua para que se adecue al estilo que van a fabricar. Por lo tanto,
gracias a esta técnica, ahora se pueden hacer en todos los estilos
en cualquier parte del mundo.
La dureza de un agua se
basa en la cantidad de sales y minerales que posea. Un agua blanda
debe tener menos de 150 de dureza. Un agua moderadamente dura entre
150 y 250. A partir de 250 ya se considera dura. Por ejemplo, tanto
las Pilsen como las Lagers usan aguas muy blandas con una mínima
cantidad en sales. Así es más fácil conseguir el amargor y el color deseado. Sin embargo estilos ingleses como las Bitter y las Pale Ale, necesitan aguas duras es decir, con muchas sales y minerales.
Y las aguas con el
sulfato cálcico bajo y con alto carbonato cálcico son ideales para
cervezas Stout y Porters, es decir dulces y negras. Este tipo de agua
se encuentra en Inglaterra e Irlanda, por ejemplo, sitios donde
destacan sus cervezas con la malta más tostada.
La
acidez del agua también es muy importante, por eso aguas con un pH
bajo, como de las que dispone Belgica, se especializaron en Lambics,
cervezas ácidas.
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