No todos los días Rodenbach saca al mercado una edición
limitada de 900 botellas, por lo que cuando elabora hay que beberla. Esta, en
concreto es una Flandes Red Ale que ha reposado en barricas durante 2 años y
que durante otros 6 meses ha madurado con cerezas,
frambuesas y arándanos.
El color es prácticamente rojo, con algún que otro destello naranja. Tiene una espuma blanca y sedosa que
desaparece con gran rapidez. El aroma es como una Oude Kriek. Destacan las frutas rojas, sobretodo la frambuesa con un final acaramelado. Tanto
la acidez como el vinagre están muy
presentes.
El sabor es ácido y acético,
donde vuelven a predominar las frutas rojas, sobretodo la cereza y la frambuesa. Al final del trago, aparecen toques
amaderados.
Esta cerveza tiene 7%
ABV, pero debido a su calidad casi es mejor no acompañarla de comida para
apreciarla realmente. Se recomienda beberla en una copa de vino entre 6º y 8º
grados.
Mi nota: Los médicos dicen que los frutos rojos son buenos,
pero algo tan bueno no tiene que ser saludable y además será pecado 100/100
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